miércoles, 2 de mayo de 2012

La Revolucion de 1910






ZIMAPAN Y LA REVOLUCION MEXICANA

En 1910 la ciudad de Zimapán tenía como presidente municipal al Sr. Severo Espino, hermano de don Domingo Espino, líder político de aquel tiempo.  Los soldados federales tenían su cuartel general a un costado, al norte del templo parroquial actual y representaba la dictadura del Gobierno de Porfirio Díaz.

A mediados de este mismo año las tropas rebeldes del Gral. Nicolás Flores, que estaban a favor de Francisco I. Madero, tomaron Zimapán sin encontrar ninguna resistencia por parte de los federales.  La tropa revolucionaria venía a caballo y bien armada con fusiles y pólvora.
Del año 1911 a 1915, la plaza de Zimapán fue escenario del establecimiento en forma pacífica de diferentes tropas revolucionarias: Maderistas, Carrancistas o Villistas, primero venían unos y se iban otros, luego volvían o regresaban y desalojaban a los anteriores, dejando y creando confusión tanto en los habitantes, como en las mismas tropas que traían; pues muchas veces no sabían por qué causa luchaban o cuál era la mejor para ellos.

OTILIO VILLEGAS
Según testigos oculares, el acontecimiento más sobresaliente  de esos tiempos fue en Octubre de 1915, cuando el comandante Otilio Villegas con 25 hombres al mando hizo frente desde la torre de la Iglesia principal de Zimapán, a una tropa bien armada, llamada “Los Convencionistas”, en un número aproximado de 15,000 soldados revolucionarios.     Fue el único, pero terrible tiroteo que se registró.   El enfrentamiento de una forma continua duró de las tres de la tarde hasta la una de la madrugada y fue hasta las seis de la mañana cuando se estableció la paz.





Cuentan los testigos oculares que el siniestro fue algo inusitado por oír disparos continuos por más de 10 horas, cuando los soldados carrancistas se vieron sin “parque” se rindieron y algunos preferían desplomarse desde la altura del templo que caer en manos enemigas.
Terminada la batalla, el pueblo sufrió las consecuencias.  Primero, en el antiguo cementerio, localizado en el tramo comprendido entre el Centro de Salud y el campo de Fut-bol actuales, fue el lugar donde se colocaron todos los caídos a quienes no se dio sepultura.   Segundo, las mujeres del mismo pueblo, tenían que moler y servir sólo a las tropas; los soldados fueron en busca de provisiones a las haciendas cercanas: Tzijay del Sr. Domingo Espino; Aguacatito, del Sr. Gabriel Sánchez; Aguacatal, del Dr. Manuel Gómez; Tinthé, del Sr. Romualdo Sánchez; La Estancia, del Sr. Indalecio Rello; Xithá, del Sr. Federico Ledesma y Xajhá de la Familia Labra, entre otras, aportaron maíz y legumbres para dar de comer a los soldados y caballos que formaban las tropas insurrectas.
Fueron cuatro largos días inolvidables que el pueblo sufrió hambre y tenía que comer cebada molida ó el “Xinfe” (cáscara del corazón del maguey).

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