ZIMAPAN Y LA REVOLUCION MEXICANA
En 1910 la ciudad de Zimapán
tenía como presidente municipal al Sr. Severo Espino, hermano de don Domingo
Espino, líder político de aquel tiempo.
Los soldados federales tenían su cuartel general a un costado, al norte
del templo parroquial actual y representaba la dictadura del Gobierno de
Porfirio Díaz.
A mediados de este mismo año las
tropas rebeldes del Gral. Nicolás Flores, que estaban a favor de Francisco I.
Madero, tomaron Zimapán sin encontrar ninguna resistencia por parte de los
federales. La tropa revolucionaria venía
a caballo y bien armada con fusiles y pólvora.
Del año 1911 a 1915, la plaza de
Zimapán fue escenario del establecimiento en forma pacífica de diferentes
tropas revolucionarias: Maderistas, Carrancistas o Villistas, primero venían
unos y se iban otros, luego volvían o regresaban y desalojaban a los
anteriores, dejando y creando confusión tanto en los habitantes, como en las
mismas tropas que traían; pues muchas veces no sabían por qué causa luchaban o
cuál era la mejor para ellos.
OTILIO VILLEGAS
Según testigos oculares, el
acontecimiento más sobresaliente de esos
tiempos fue en Octubre de 1915, cuando el comandante Otilio Villegas con 25
hombres al mando hizo frente desde la torre de la Iglesia principal de Zimapán,
a una tropa bien armada, llamada “Los Convencionistas”, en un número aproximado
de 15,000 soldados revolucionarios. Fue el único, pero terrible tiroteo que se
registró. El enfrentamiento de una
forma continua duró de las tres de la tarde hasta la una de la madrugada y fue
hasta las seis de la mañana cuando se estableció la paz.
Cuentan los testigos oculares que
el siniestro fue algo inusitado por oír disparos continuos por más de 10 horas,
cuando los soldados carrancistas se vieron sin “parque” se rindieron y algunos
preferían desplomarse desde la altura del templo que caer en manos enemigas.
Terminada la batalla, el pueblo
sufrió las consecuencias. Primero, en el
antiguo cementerio, localizado en el tramo comprendido entre el Centro de Salud
y el campo de Fut-bol actuales, fue el lugar donde se colocaron todos los
caídos a quienes no se dio sepultura.
Segundo, las mujeres del mismo pueblo, tenían que moler y servir sólo a
las tropas; los soldados fueron en busca de provisiones a las haciendas
cercanas: Tzijay del Sr. Domingo Espino; Aguacatito, del Sr. Gabriel Sánchez;
Aguacatal, del Dr. Manuel Gómez; Tinthé, del Sr. Romualdo Sánchez; La Estancia,
del Sr. Indalecio Rello; Xithá, del Sr. Federico Ledesma y Xajhá de la Familia
Labra, entre otras, aportaron maíz y legumbres para dar de comer a los soldados
y caballos que formaban las tropas insurrectas.
Fueron cuatro largos días
inolvidables que el pueblo sufrió hambre y tenía que comer cebada molida ó el
“Xinfe” (cáscara del corazón del maguey).