viernes, 2 de diciembre de 2011

Ventanas Chuecas?

La mayor parte de los datos con que se cuenta, señalan que la evangelización del Real de Zimapan correspondió a los religiosos de la orden Agustina, quienes edificaron la primera iglesia del lugar, la que pronto fue insuficiente, sobre todo a raíz del descubrimiento de las minas, sin embargo, fue hasta 1773 cuando inicia la construcción de la actual parroquia de San Juan Bautista, cuya construcción duró prácticamente 50 años, ya que fue concluida hasta 1822.

Muchas conjeturas pueden formularse acerca del largo periodo de su fabricación, la primera y tal vez más valedera, se deriva de la falta de fondos por parte de los diferentes párrocos que ejercieron su ministerio durante ese lapso, otras relacionan la tardanza con la decadencia minera, sin faltar las que aluden a la falta de interés por parte de las autoridades eclesiásticas, sin embargo, la menos creíble de todas es la que encontró mayor eco entre los habitantes de aquellos tiempos y entre los historiadores y pesca-leyendas que no faltaron.

En efecto, dícese, que tan pronto como fue demolida la primitiva construcción, se dio inicio a la edificación del nuevo santuario, levantándose los pesados muros del templo que, debido a su disposición en forma de cruz latina, abrió sendos espacios a cada lado del presbiterio. Siete años después y gracias a la benevolencia del Excelentísimo Señor Arzobispo de México, don Alonso Núñez de Haro y Peralta, a sazón también Virrey de la Nueva España, se inició el cierre de bóvedas y ventanas, con tal celeridad que los zimapenses veían en ello un verdadero milagro, pero es donde surge lo inconcebible.

Para dar celeridad a la obra, se contrataron los servicios de un conocido maestro herrero, a quien se encargaron los herrajes de las plantas adyacentes a la nave principal. Para cumplir con su trabajo puntualmente, el herrero se trasladó al antiguo Real de Minas, donde instaló una pequeña fragua. Mientras secaba la bóveda, tomó meticulosamente las medidas de cada ventana y se dio a la tarea de realizar su trabajo, en menos de dos meses había concluido los marcos y dio inicio con las divisiones de los emplomados, uno de ellos llevaba como alegoría la lucha entre el Arcángel San Miguel y Lucifer, dicen que fue tan perfecta y diestramente hecha la imagen, que hizo enfurecer al propio lucifer, quien prometió buscar la manera de que el templo no se abriera al culto. Cuenta la conseja popular que Lucifer hizo saber su decisión a sacerdotes, albañiles, canteros y, desde luego, al propio herrero; todos hicieron poco caso de aquel anuncio, entusiasmados porque la obra estaba a punto de ver su fin.

Mas sucedió que la noche de la festividad de San Juan de 1782, se escuchó por toda la población un horrible ruido, era, dijeron quienes le escucharon, un crujido, una crepitación muy lenta que destemplaba los oídos de quienes los escucharon, todo duro unos cuantos segundos, después, sólo se oyó el ulular del viento. A la mañana siguiente, la sorpresa de los feligreses fue mayúscula, las ventanas del crucero, de forma rectangular y dispuestas en ejes verticales, se habían movido de su posición vertical quedando ahora con una ligera inclinación. Mil explicaciones se dieron a este fenómeno, que un temblor de tierra era el culpable, mas nadie lo sintió, otros decían que todo fue producto del gran peso de la bóveda.

Vinieron los maestros albañiles y después de casi medio año de trabajo volvieron a enderezar las ventanas y llegó el herrero a colocar su emplomado, mas nuevamente la noche de 24 de junio de 1785, se escucharon nuevamente aquellos infernales ruidos y al día siguiente, otra vez las ventanas se habían desviado en el muro, es decir, inclinado unos 45 grados de su eje vertical original.

Tanto los albañiles como el herrero decidieron marcharse aún sin cobrar y mucho trabajo costó al párroco encontrar cerca de la región quién quisiera hacer el trabajo de reconstrucción, mas cuantas veces se hizo, el fenómeno se repitió y el templo no pudo abrirse. Vinieron entonces los días de la revolución de Independencia y cuéntase que el propio Julián Villagrán ordenó a sus hombres reconstruyeran las ventanas rectilíneas y verticales, mas tres días después de su fusilamiento en Xilitla, el 21 de junio, el día 24, por la noche, las ventanas volvieron a inclinarse misteriosamente.

¿Cuántas veces sucedió este fenómeno?, nadie lo sabe, mas lo cierto es que fue el párroco Pedro Longo, quien decidió dejar aquellas dos ventanas desviadas en el muro del crucero como hasta hoy se le ve. Lo que sí está fuera de toda duda, es que el templo de Zimapán es uno de los más bellos ejemplares monumentales que existen en el Estado de Hidalgo, y que esas ventanas, junto a la enorme mole de su campanario y el discreto barroco de su fachada, son actualmente un gran atractivo para los visitantes de esa región.

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